martes, marzo 30, 2010

Rats

Iban a venir esa noche, no le cabía ninguna duda. Y cuando lo encontraran (y no importaba lo que pudiese hacer, LO HARÍAN) sería terrible.

En avenida Almafuerte, el frío iba y venía en oleadas zigzagueantes que seguían el paso de los camiones. Técnicamente no era frío; de hecho era un viento más bien cálido, y levemente rancio. Pero a Roberto no dejaban de acosarlo los escalofríos.

O quizás era la fiebre, ésa que sólo provoca el miedo más visceral. ¿Fiebre? ¿Pero porqué fiebre? ¡Si el estaba sano! Pero ahí estaba.

Calculó el tiempo, tenía más o menos 25 minutos hasta que viniera el próximo 22. Encendió un cigarrillo, el 9º del día. Poco, quizás, pero para sus costumbres habituales era todo un récord. Ya ni pensaba en su salud, ni en su cuerpo, carcomida carcasa de su mente que divagaba.

Buscaba señales que le dieran pistas sobre lo inevitable. Pero que sentido tiene, digo, si al final va a pasar de cualquier manera. Y que se yo que sentido tiene, pero lo necesito. Nunca la utilidad de algo me detuvo en buscar lo que quería, menos ahora.

Pero la tarde-noche estaba poco dispendiosa en cuanto a augurios. Apenas un grupo de borrachines tomaban cerveza de muy poco probable buen sabor. Todo lucía de la misma manera que él suponía debía ser lo normal: las luces iluminaban poco, el asfalto largaba el calor habitual a través de la tierra que se acumulaba sobre él, y el Hipódromo detrás seguía obsequiando el mismo olor a bosta podrida de siempre.

Sabía que podían llegar a tomar disfraces imprevisibles. Podía ser un perro de la infancia, o aquel gordito de la otra cuadra que solía pegarle en la infancia. Lentamente, mutaban su forma en otra más violentamente melancólica, que violaba las emociones más tristes. Eran capaces de los recursos más viles, para sigilosamente asesinar (cuanto menos por un rato) el alma más valiente.

Y carajo, que eran indomables. Uno les podía intentar oponer alguna resistencia, y no faltaba quien declaraba haberlos vencido. Pero íntimamente, todos-en-Roberto sabían que sólo con una leve caricia las bestias podían humillarlos.

Un colectivo se veía a lo lejos. ¿Sería acaso, el de Colonia Avellaneda? Con desazón pensó en la posibilidad de ser alcanzado en el colectivo. No tenía ganas de mostrar su patetismo, al menos no a desconocidos.

Y atrás del coche los vio. Avanzaban a ritmo pesado, pero veloz, como un loco elefante surgido de algún Hades personal. Venían en la forma de una tarde particularmente feliz, una tarde de playa, de unos seis meses atrás. Quiso, pero no quiso gritar. El autobús pasó veloz a su lado, y el se dispuso al embate lo mejor que pudo.

Los sintió transformarse, volverse en formas entrañables, adorables, pero horrendas de tan dolorosas. Una ebriedad con final feliz, una fogata de verano, hasta un partido de fútbol por televisión. Lo golpearon como un puñetazo del mejor peso pesado, y se dispersaron a través de su carne como cristales rotos. Los sintió en cada fibra, abriéndose camino y desangrándole.

Para su sorpresa, fue increíblemente rápido. Los sintió irse, perderse en una nebulosa de humo de caño de escape. Sintió los huecos que le quedaron, sintió los vacíos que los malditos le causaron.

Pero una suerte de hálito feliz lo invadía. Poco a poco, empezó a comprender lo sucedido. Razono el porque, y entendió su nueva libertad. Y entonces supo que las bestias sólo eran un mal necesario, la única vía que se tenía para darle un nuevo camino.

Tiró la colilla de su cigarrillo. Suspirando, sonrió encantado, y se dirigió al kiosco; tenía que comprarse un trago. Total, para el próximo colectivo faltaban 40 minutos todavía…

12 comentarios:

El Perro dijo...

Aunque muchos no me lo vayan a creer, es bastante menos autobiográfico de lo que parece.

Angita dijo...

No te creo xD

Patota dijo...

jajajja yo tampoco te creo pero bue negro bien por vos que seguis creando realmente extrañaba leerte

Patota dijo...

http://facundogomez86.blogspot.com/
Pasate despues de meses me anime, no seas tan duro con la critica es lo unico que pido

Patota dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Florencia dijo...

Bueno.. Que decirte?? Disfruto mucho leer, y leerte es una otra forma de conocer el alma que llevas bien escondida! Me encantan tus letras, tus sentires, las expresiones de júbilo y también de dolor.
Me encanta que hayas retomado arte tan bello y significativo. Ya brindaremos por las letras que nos sacan quejidos del alma!
Abrazo de Gol!

El Perro dijo...

Jajaj, flor, esa alma seguirá ESCONDIDISIMA. Y no sé, no me parezco muy importante. Pero si logro algo, aunque sea poquito, en alguien...genial :D

La candorosa dijo...

Sepa que volver a encontrar sus letras por aquí, todo un gusto y placer!!

Oiga!! y ya que estamos ¡¡largue el puchoooo!! já!!

Abrazos!

Julián dijo...

Discúlpeme Perro pero suena a autobiográfico. Me sumo al reclamo de Candorosa.
Deje el faso!!
Salute.

El Perro dijo...

Candorosa: 'Chas gracias, compañeeeera!Y apenas fumo 2 o 3 por día.
Julian: Como dije...tengo más probablidades de morirme por un exceso de salamin que por el pucho.

Anónimo dijo...

yo lo he visto fumar, y lo he visto comer... y doy fe que su vida corre más peligro con el salamín!!!
S.

Anónimo dijo...

aguante este tema!!!!!!!!!!!
cL