lunes, agosto 28, 2006

Lo anterior, no está terminado, aviso ¿eh?. No sea cosa que a algún pelotudo aburrido se le ocurra meterse por milagro acá, y se quede con eso.
Hoy le enseñé la tabla del 4 a un pibe. :P
El Atardecer (así, con mayúsculas) puede llegar a ser eterno en San Benito. O bien puede no existir. De una forma u otra, jamás será el atardecer promedio; nunca será igual a los demás.
Pero claro está, el Atardecer no existe por su cuenta. Además, está el pueblo (y es pueblo, jamás ciudad; pese a que los números del censo digan otra cosa). Y entonces, ese bellísimo atardecer se marchita, rodeado por San Benito. Y es que nada puede brillar en este páramo olvidado por Dios. Y por el Diablo también.
San Benito es un pueblo opaco. Ni siquiera es utilizable el apelativo de “gris”, pues el gris tiene alguna reminiscencia de blanco, que a fin de cuentas es la suma de todos los colores. No, San Benito es definitivamente opaco, como esas viejas baldosas de cemento de las veredas de antaño, que todo el mundo sabe que están, pero nadie piensa en ellas; incluso considerarían estúpido el hacerlo.
No sería justo decir que es un pueblo muerto, porque sus habitantes y el pueblo mismo viven; pero manteniendo sólo las funciones más imprescindibles, como si estuvieran sostenidos por un respirador artificial que los dejara seguir existiendo en su largo letargo. Es poco probable que muera; su cercanía con Paraná le da algo de fuerza (tampoco demasiada, Paraná no es una ciudad que se destaque por su tremenda actividad). Quizás en algún futuro no muy lejano termine siendo un “barrio” de Paraná, pero esto no cambiaría mucho las cosas.


Simplemente, me dieron convulsiones de tanto que me reí, aunque suene a exageración.

Soberbio chocolate me estoy tomando...:P


Como para reforzar lo anterior ¿vio, reverendo?

La Bestia (o de Porque Soy Quien Es Mi Apodo)

o4 de la mañana. Todavía no dormí nada, y probablemente no lo haga en el resto de este día. Extiendo la mano, y prendo el equipo de música. Afortunadamente, anoche estuve escuchando Nirvana, que es justo lo que necesito ahora. La música empieza a sonar (a un nivel solo audible para mi; no sea cosa de despertar al resto de la casa), y la cascada voz de Kurt Cobain va contándome de cómo huelen los adolescentes.
Prendo un cigarrillo, y empiezo a estirar el cuerpo, acostado, la posición perfecta para pensar un poco. La metafísica, Dios, los distintos sistemas y el futuro de mi vida; todos ellos tendrán que esperar. Ahora sólo puedo pensar en Él, y para Él. Es imperioso que sea así, de lo contrario las consecuencias están más allá de mi imaginación.
Él es La Bestia. Podría haber otros nombres, incluso en algún momento aventuré otorgarle el nombre de Inconsciente, pero supera el Inconsciente, pero a la vez forma parte de él. Tampoco le cabe el calificativo de Voluntad Interior; su existencia va mucho más allá de todo eso.
La Bestia me lleva hacia lugares que nadie puede llevarme; es mi fuerza creadora, y mi capacidad de supervivencia. Pero el gran problema, que determina la situación, es que su fuerza no procede de la afirmación ni la felicidad ni la creación: viene de la más auténtica negación, de la destrucción. La Bestia nació conmigo, pero es hija de los sentimientos más oscuros.
La Bestia es un ser vil, que nunca avisa cuando aparece, aunque suele frecuentarme cuando menos quisiera tenerla cerca. Pero en realidad nunca deja de estar, sólo que a veces simplemente se esconde, bien porque está cansada, bien porque su instinto animal le dijo que corría peligro de muerte.
A veces pienso que sería mucho más feliz si lograra quitármela de encima. Pero sé que si ella muere, también muero yo: sin ella sólo sería un cadáver más de los que se pasean por la calle. Ella sabe que, obviamente, también moriría sin mí, así que sabe que a veces debe llamarse a silencio. Hoy en día hemos logrado una cierta especie de acuerdo, un tratado de paz no muy sólido. El animal más parecido a la Bestia probablemente sea el lobo (solitario, pero a la vez gregario, agresivo, instintivo, nocturno); yo he logrado convertir a este Lobo en un Perro, al que alimento en el interior de mi casa para que no provoque una carnicería por allí afuera.
Si alguien se aventurara tan sólo un segundo en mi mente mientras la Bestia se entretiene, no tendría la más mínima posibilidad de salir vivo. Allí vería las escenas más desagradables, los crímenes más horrorosos que pudiera soportar, y más. Su crueldad no admite semejanzas, pero afortunadamente logro mantenerla a raya, aunque a veces, cuando bajo la guardia, provoca escenas que dañan mucho a mi alrededor.
Pero a cambio de eso, este buen perro fiel me informa de muchas cosas que se me escapan, y me ladra, dándome simplemente, vida.
Sea así la Bestia, sea así yo. Juntos caminamos, juntos moriremos.

viernes, agosto 25, 2006

Ayer me corté el pelo yo solo. No fue mi idea más brillante (¿he tenido alguna?): me quedó tan espantosamente feo, que tuve que pelarme nuevamente.
Se ve que este pequeño y superficial cambio, movilizó otras cosas dentro de mí. Que movió, no tengo la más puta idea, pero la frase "movilizó otras cosas dentro de mí" queda linda, y si no te gusta, armate tu propio blog, gil.
La cuestión, es que decidí cambiar el nombre de esto, para honrar a ese Yo cada vez menos oculto, y que es la parte más representativa de mí: El Perro. Si quieren saber porque esto, aguantense, ahora me voy y no tengo ganas de escribir.
Probablemente no vuelva a escribir un carajo.
Ciao