lunes, agosto 28, 2006

La Bestia (o de Porque Soy Quien Es Mi Apodo)

o4 de la mañana. Todavía no dormí nada, y probablemente no lo haga en el resto de este día. Extiendo la mano, y prendo el equipo de música. Afortunadamente, anoche estuve escuchando Nirvana, que es justo lo que necesito ahora. La música empieza a sonar (a un nivel solo audible para mi; no sea cosa de despertar al resto de la casa), y la cascada voz de Kurt Cobain va contándome de cómo huelen los adolescentes.
Prendo un cigarrillo, y empiezo a estirar el cuerpo, acostado, la posición perfecta para pensar un poco. La metafísica, Dios, los distintos sistemas y el futuro de mi vida; todos ellos tendrán que esperar. Ahora sólo puedo pensar en Él, y para Él. Es imperioso que sea así, de lo contrario las consecuencias están más allá de mi imaginación.
Él es La Bestia. Podría haber otros nombres, incluso en algún momento aventuré otorgarle el nombre de Inconsciente, pero supera el Inconsciente, pero a la vez forma parte de él. Tampoco le cabe el calificativo de Voluntad Interior; su existencia va mucho más allá de todo eso.
La Bestia me lleva hacia lugares que nadie puede llevarme; es mi fuerza creadora, y mi capacidad de supervivencia. Pero el gran problema, que determina la situación, es que su fuerza no procede de la afirmación ni la felicidad ni la creación: viene de la más auténtica negación, de la destrucción. La Bestia nació conmigo, pero es hija de los sentimientos más oscuros.
La Bestia es un ser vil, que nunca avisa cuando aparece, aunque suele frecuentarme cuando menos quisiera tenerla cerca. Pero en realidad nunca deja de estar, sólo que a veces simplemente se esconde, bien porque está cansada, bien porque su instinto animal le dijo que corría peligro de muerte.
A veces pienso que sería mucho más feliz si lograra quitármela de encima. Pero sé que si ella muere, también muero yo: sin ella sólo sería un cadáver más de los que se pasean por la calle. Ella sabe que, obviamente, también moriría sin mí, así que sabe que a veces debe llamarse a silencio. Hoy en día hemos logrado una cierta especie de acuerdo, un tratado de paz no muy sólido. El animal más parecido a la Bestia probablemente sea el lobo (solitario, pero a la vez gregario, agresivo, instintivo, nocturno); yo he logrado convertir a este Lobo en un Perro, al que alimento en el interior de mi casa para que no provoque una carnicería por allí afuera.
Si alguien se aventurara tan sólo un segundo en mi mente mientras la Bestia se entretiene, no tendría la más mínima posibilidad de salir vivo. Allí vería las escenas más desagradables, los crímenes más horrorosos que pudiera soportar, y más. Su crueldad no admite semejanzas, pero afortunadamente logro mantenerla a raya, aunque a veces, cuando bajo la guardia, provoca escenas que dañan mucho a mi alrededor.
Pero a cambio de eso, este buen perro fiel me informa de muchas cosas que se me escapan, y me ladra, dándome simplemente, vida.
Sea así la Bestia, sea así yo. Juntos caminamos, juntos moriremos.

2 comentarios:

pezmurillo dijo...

Interesante.

Anónimo dijo...

muuuuuuuuuyy buenooo gusto gustoooo.....
noss vemosss vosss
buena vida con tu decir....
adiosss!..
liaaa