miércoles, abril 14, 2010

Robotculposo (Las Hormigas)


El gato destripaba con mecánica precisión el cadáver de una paloma, que había sido lo suficientemente imbécil como para detenerse más tiempo del debido en el mini-patio. Eugenia contemplaba la escena en silencio; mitad culposa, mitad deleitada con el horror. Pensó que podía establecerse una pésima analogía entre ella y su mascota, unidos ambos por un único punto en común: la (aparente) ausencia de dolor ante una muerte.

Claro está, que el gato parecía tener un mayor espectro de insensibilidad, ya que parecía odiar a todo ser vivo. Ella, en cambio, no era realmente despiadada frente al dolor ajeno. Pero lo importante, desde su óptica, era que no conseguía sentirse realmente mal por la muerte de Gastón. Por supuesto que le dolía, que le jodía su ausencia; pero de la misma manera como hacen daño las muertes de esos seres más o menos queridos, como aquella tía medio lejana, o el kiosquero gordito de al lado. Pero, el problema era que Gastón había sido su esposo.

(Ella no lo sabía, pero exactamente un año después, mientras estuviera lavando la ropa, iba a sentir un dolor algo más algo más intenso, pero sólo durante unas dos horas. Tampoco tenía forma de intuir que un cáncer de colon iba a arrasar con ella a eso de los noventaypico de años. Pero, ¿de que importa contar lo que sucedió después, si lo que se quiere saber es su culpa en aquel momento?)

En el funeral (velorio no hubo, lo cual resultó un alivio) se había sentido bastante fuera de lugar. No como una completa extraña; eso era imposible, dada la considerable cantidad de tiempo que habían estado juntos. No, más bien se sentía como el personaje de Julia Roberts en “La Boda de mi mejor amigo”, o como aquel que vuelve del extranjero, y encuentra todo diferente e igual a la vez. Los intentos por consolarla la ponían sumamente nerviosa, ya que no tenía mucha noción de que es lo que se esperaba que hiciera. Ante la duda, optó por buscar dentro de sí la lágrima más copiosa que pudo. Mucho no le costó, ya que si bien no sentía plenamente el dolor debido, sí que la culpa por no hacerlo, la hacía considerarse como la mujer más espantosamente desamorada.

Un robot, una muñeca fría que no podía llorar la muerte de su marido como no fuera la muerte de cualquier tipo. Un ser despreciable, eso es lo que debía ser; eso es lo que ella creía de si misma. Quizás, entonces, convenga explicar el proceso que había llevado a tal situación, para poder comprender que Eugenia (en su infinitamente creativa vanidad, tan típica del homo sapiens) no era un monstruo.

Un punto decisivo, seguramente, fue el momento en que se conocieron. No importa el cómo, ni el donde, ni el porqué. Lo que realmente interesa, es que en poco tiempo estaban enamorados. Su relación, al menos en esos tiernos comienzos, fue de tan valiente y llena de lugares comunes, terriblemente cursi. Sin embargo, y como todo el mundo, se juzgaban a sí mismos como la única pareja que valía la pena nombrar.

Sus problemas frente al mundo, parecían salidos de la mente de algún guionista de esas novelas “mexicanas” (entendidas como género propio, independiente de la nacionalidad). El, padres liberales y católicos (pero-no-voy-a-la-iglesia), buena onda ambos, hasta que el muchacho decide ponerse de novio con una morochita de Barrio Paraná XIV. Ella, mamá y papá evangélicos, que odiaban la idea de tener nietos que no fueran obsecuentes al pastor. Padres posesivos, y formidablemente ignorantes como todos. Y ya es harto sabido, el ser humano frente a lo desconocido es capaz de exponer sus mejores porquerías a la luz.

Su amor, entonces, se convirtió en lucha. Silenciosa y metódicamente fueron sufriendo el proceso de quitar prejuicios propios y ajenos. Finalmente, luego de muchas marchatrásymarchaadelante consiguieron ser aceptados, pero ya era tarde. Habían peleado tanto, que de tanto amor, sólo les quedó el espíritu combativo. Quizás ése es justamente el gran defecto de las novelas mexicanas: nadie dice lo que pasa después del final; nadie dice que luego de superar a la ex novia con el falso embarazo, y al ex novio psicópata y feo, la cieguita curada empieza a hartarse el príncipe estanciero y empalagoso.

Para el momento de su casamiento (es decir, cuando ya empezaban a percibir que no tenían nada más porqué pelear) vivían detrás de una gran máscara. El trato comenzaba a ser insultantemente cordial.

El gato se había aburrido, y había dejado el cadáver tirado, mientras un grupo de hormigas avanzaba decididamente hacia él. Eugenia pensó que debería recogerlo, pero prefirió seguir en esa extraña contemplación de té con leche a las 6 de la tarde.

Simplemente se fueron distanciando, pese a convivir bajo el mismo techo. Ninguno de los dos se hubiera animado a engañar al otro, ni habrían sido capaces de maltratarse. Preferían evitarse en la intrascendencia, porque ya no veían el sentido de “conflictuarse” mutuamente. Muy curiosamente, sus salidas fueron diametralmente opuestas. Eugenia prefirió recluirse en la casa, con una suerte de asceta con mística de Internet; él, buscó esconderse en el mundo, más amplio y lleno de sutilezas. Gastón se convirtió en “Gastón”; ya no era ni “mi amor”, ni siquiera “Gasti”. Gastón, como el apenas conocido que era.

Los silencios se fueron haciendo parte cotidiana de sus escasos momentos de contacto. Ya no veían la necesidad de mentirle al otro, de buscar la felicidad en el otro. Y es que el motivo quizás hubiera sido un tanto ridículo. Los silencios, el silencio, el vacío.

El incidente nunca quedó realmente claro. Hay quienes dicen que el colectivo venía demasiado rápido. Y el chofer declaró que Gastón cruzó sin mirar, que en esa calle no es posible frenar de golpe. Eugenia pensaba que podían ser ambas cosas a la vez, pero que no importaba demasiado, de cualquier manera, en tanto su esposo estaba muerto, su cráneo destrozado.

¿Porqué iba a sentirse especialmente apesadumbrada, entonces, por tan absurda muerte de un casi-extraño? Sólo podía elaborar el duelo mínimo que nos impone la naturaleza frente a un hecho horrendo. El que le tocaba por la muerte de su pareja, ya llevaba mucho tiempo de realizado.

Las hormigas (que todo devoran, que todo arrasan en su constante pequeñez) comenzaban a devorar los despojos del ave. Una tras otra, en una aparentemente infinita fila india, iban llevándose su partecita de paloma, su pedacito de cuerpo muerto. Cuando quiso ir a limpiar, tan sólo quedaba un esqueleto, un armatoste irreconocible, en un patio vacío.


23 comentarios:

El Perro dijo...

Por cierto, no, no hay lesbianas tampoco esta vez. No quiero encasillarme (TANTO).

Anónimo dijo...

no m egusto la comparación con "la boda de mi mejor amigo", pero creo que es porque odio a julia roberts :S

Bancame.

Angie

El Perro dijo...

Pero sigue siendo válida, caracho.

Alejandra dijo...

No voy a comentar nada de este cuento o relato (lo que corresponda) en particular, solo voy a hacer alguna apreciación en general sobre escribir.
La verdad que está muy bueno y te felicito. El hecho de tener cosas para contar y expresarlas escribiendolas para mi es casi suficiente como para merecer un reconocimiento. Sobre todo porque es algo que siempre me gustó hacer y nunca lo intenté (o nunca me animé).
Dije casi suficiente porque también hay que saber escribir, y en eso también te caben los merecimientos.
Felicitaciones!

.gbrl dijo...

bien ahí, estas mejorando pibe :D

paula dijo...

me gusta q hayas vuelto a la escritura... la verdad q el texto del que estaba enamorado del novio de la mina que le gustaba no me termino de cerrar **me dijiste q comentara, si te gusta el durazno, aguantate la pelusa...**

creo que esa incapacidad de sentir un cierre tiene que ver con haber sentido el cierre de antes, y me parece que podemos relacionar esto con otras cosas... pero no lo voy a hacer....

muy bien escrito, no lo arruinaste al final como otras veces (puro amor de una persona q se decidio a no escribir mas)
gracias x hacer el esfuerzo de leer y comentar mi blog en ingles

.gbrl dijo...

tengo ganas de hacer un remix de este escrito, no se por que :D

El Perro dijo...

Bernardo: Gracias por las felicitaciones varias, y anímese. Peor que lo que nos hacen leer en la secundaria no podrá ser.
.gbrl: no, todos sabemos que me hundo en un espiral de manolismo fundamentalista; pero soy más feliz así.
apandorabox:1)A mi tampoco me gustó...2)Vamos, hacelo, relacionalo.
.gbrl: Hacelo, pero bancate un sapo en tu ventana después, croando toda la noche (????) :D:D

paula dijo...

para mi se relaciona con tu capacidad para rebotar tan rapido de una relación tan larga... tal vez estás esperando que el dolor te llegue en algun momento...capaz no es tu capacidad y te sorprende la de ella (no lo se, estoy adivinando)

en realidad el paralelo lo estoy haciendo con mi propia vida, con las unicas dos relaciones más o menos serias que tuve... y con la capacidad de los hombres de estar con otras minas en menos de lo que canta un gallo... odio a los hombres a veces! :P

Anónimo dijo...

Ah, pandora... muy bien dicho!!!

paula dijo...

gracias anonimo.... ahora hay que ver que dice el perro.. capaz que se enoja y me gruñe...

espero que tenga la antirabica :P

dios... debo alejarme de la interné...

Patota dijo...

jajaajajjaja bue pero tiene que haber lesbianas en algun momento... y por favor con tos perro jajajaja, hablando en serio que decir que los otros no hayan dicho. Me gusto mucho man segui asi

El Perro dijo...

Pau: Posiblemente, aunque ya va mes y medio que voy esperando que suceda...aunque en realidad el texto, podría relacionarlo más con otra circunstancia, bastante más antigua (viste que buenito soy cuando quiero?)
Anónimo: Creo saber quien sos xD
Patota: Dejá de imaginarte fantasías donde vos sos el elemento central de un trío.

El Adolfo dijo...

me quedo con las descripciones de la novela mexicana, se ve que no pocas veces te enganchaste con "pasión de Gavilanes" XD

Para pensar che, muchas veces asociamos con insensibilidad a la ausencia de sentimientos de amor hacia una persona, que quizá ya no nos puede como en otros tiempos (como le pasó a Eugenia). Los sentimientos vienen y van como el viento, uno no elige traerlos ni puede rajarlos de un cabezazo al pecho al mejor estilo Zidane(?)

La candorosa dijo...

¡¡Qué bueno es "leer" sus escritos, pues demuestran que viene con fuerza, energía y ganas para con ello!!

Y convengamos que un gato que come una paloma, no es que tenga "mayor espectro de insensibilidad", sino... puro instinto.

Besotes!

Anónimo dijo...

Leer tu blog es una máquina del tiempo para algunas emociones y recuerdos dentro mío... Congelados en los abismos de la memoria, naturalmente selectiva, algunos de ellos son meros "puntos de restauración" que me transportan en milésimas de segundos al 2006 o 2007... Ahh, que épocas perro... Qué épocas...

Y es así que la melancolía de las noches solitarias pueden dar un exquisito placer, por mas doloroso que en el fondo parezca.

Angie dijo...

Me acordé de mi blog xD

Te sigo oficialmente ahora (K)

Anónimo dijo...

La puta madre, la verdad muy atrapante, capas porque creo que eso pasa cotidianamente con el tema de los divorcios y los nuevos esquemas de la familia en la actualidad, pero la inclusión de la tragedia deja más al descubierto el sentimiento de frialdad, de poco interes y carencia de afecto de la protagonista en este caso; eso asusta un poco.
Enzo Forte

Angie dijo...

Perro, quiero seguir leyendo cosas!

El Perro dijo...

Mariè, y gente en general, en un par de días (no pasa del domingo) vuelvo, por ahora I'm hasta las bolas.

Anónimo dijo...

...Y ya es harto sabido, el ser humano frente a lo desconocido es capaz de exponer sus mejores porquerías a la luz...
guoOO

amores mi sujeTo.ç
CL

Angie dijo...

Perrito...volvé.

Sospechados por mí dijo...

OH! no, el perro se perdio otra vez.