martes, octubre 31, 2006

Y ahora ¿Qué escribir? Mil proyectos pasaron por mi cabeza, lo suficientemente efímeros como para que la mayoría no tuvieran ni siquiera una chance ser redactados. Algunos, con más suerte, fueron escritos (a medias, claro está), pero inmediatamente fueron borrados.
Veamos que pasa con mi vida. No estoy yendo a la facultad: decidí que no tenía ganas de ser un licenciado en filosofía, y que me resultará más placentero ser un mediocre profesor de historia. No estoy trabajando: demasiadas desavenencias tenemos con mi vieja en casa, como para andar teniendo más en el un ámbito que no nos pertenece. No estoy haciendo deporte alguno. No escribo como lo desearía, ni siquiera reflexiono. En definitiva, no estoy haciendo nada más que mantener mis funciones corporales encendidas, dejando que todo lo demás lo hagan otros. Ni siquiera salgo ya tanto de casa: resulta que ahora disfruto de los árboles y del pasto. Sólo salgo viernes y sábados por la noche, casi por obligación. Noches a las que cada vez encuentro más argumentos para evitar.
Mis noches pasan lentamente, con cigarrillos prendidos, alguna petaca de ginebra, con muchos miedos dando vuelta alrededor. Incluso el dormir me provoca pavor: imágenes que en el mejor de los casos son simplemente repugnante, pueblan mis pesadillas, cada vez más frecuentes.
Mi cuerpo…cada vez más desagradable, cada vez más lejano de mí. El pobre no tiene la culpa de nada, pero es quien está pagando las deudas que estoy contrayendo con la sociedad.
Me estoy convirtiendo en un ermitaño, en un ser que teme del contacto con los demás humanos. En aquello que había jurado que sería mi antítesis de vida…
Estoy en un agujero. Sé que hay una luz, que desde acá ese ve muy débil, pero está ahí, lo sé. No quiero seguir así: empezaré a reptar por las paredes: quiero subir, quiero abandonar este lugar. Aún me quedan un resto de fuerzas…espero que me alcanzen.

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